Gracias al conocimiento sobre sus orígenes, el American Pit Bull Terrier estuvo durante mucho tiempo precedido por su reputación. Era conocido como perro de peleas. Sus ancestros habían cazado jabalíes y habían peleado contra osos y toros en luchas organizadas para entretener al público. Se había convertido en una máquina de matar; perfeccionado por la selección y las cruzas para poseer más fuerza y ferocidad, este gran perro rápidamente fue considerado un arma letal.
¿Cómo no temerle si estaba asociado a la sangre, a la lucha y a la clandestinidad?
En su llegada a América, los colonos venidos desde las islas británicas comenzaron a darle a este perro otra utilidad. Los Pitbull formaron parte de las actividades agrícolas y sirvieron a sus dueños cuidando los rebaños, defendiendo la hacienda de posibles depredadores y recuperando el ganado perdido. También servían de protección en las granjas y en las casas, de aquí que la fisonomía del perro que se conocía hasta el momento comenzara a modificarse para ganar peso y contextura. Por eso estos nuevos Pitbulls fueron de mayor tamaño y con patas algo más largas.
Costó demasiado que la población norteamericana empezara a ver a este perro con buenos ojos. Lo creían temible, peligroso y poco amigable, además de saber que la raza no era reconocida por la asociación más importante de los Estados Unidos: la American Kennel Club (AKC).
Fue durante la época de la Primera Guerra Mundial cuando la suerte de estos animales comenzó a cambiar. En este enfrentamiento armado el dibujo animado de un Pitbull, vestido con los colores de la bandera estadounidense, se convirtió en la imagen del ejército norteamericano. Los American Pit Bull Terrier empezaron a servir en las tropas. Eran capaces de detectar a los enemigos en el campo de batalla, además realizaban servicios de mensajería y rescataban y ayudaban a sus compañeros humanos. En estos años esta raza se convirtió en sinónimo de patriotismo.
Sin duda el más famoso de los ejemplares alistados en el ejército fue Stubby, un Pitbull que sirvió en una división de infantería y se convirtió en el perro más condecorado de la Primera Guerra Mundial. Adorado por sus compañeros, aplaudido por la gente y felicitado por sus superiores, el ejército lo promovió a la categoría de sargento durante el combate.
Pero Stubby no fue el único perro Pitbull famoso del siglo pasado, porque en la década del veinte, otro ejemplar de esta raza apareció en la luz pública: era Pete, más conocido como “Pete, el cachorro” o “Petey”. Este animal fue parte de la pandilla de la serie de cortometrajes llamados Our Gang (programa televisivo que luego cambió su nombre por el de Little Rascals) y que en español se tradujo como “Pequeños Traviesos”.
Esta serie que seguía las aventuras de un grupo de chiquitos revoltosos comenzó a ser emitida en 1922 y tuvo una notable popularidad hasta décadas más tarde. El perrito Pete ayudaba a los chicos en su vida diaria, pero también solía meterlos en problemas. El animal era adorable, cariñoso y fiel, y con la mancha redonda que cubría uno de sus ojos, rápidamente se convirtió en el perro preferido del público. ¿Y ahora, cómo no querer tener uno?
De esta manera, dejando atrás los antiguos prejuicios, el Pitbull había demostrado patriotismo, valentía y dulzura, por lo que muchas familias norteamericanas no podían esperar a adquirir uno de estos cachorros para que jugara con sus hijos y demostrara lealtad a sus dueños, al igual que desde la pantalla chica lo hacía Petey.
Sí, fue el preferido por un cierto tiempo, porque aunque había logrado despojarse de la mala fama, el Pitbull no tardó mucho en volver a ser el centro de la atención pública, pero en este caso por otras razones ya no tan felices.
Pero esto, por supuesto, ya es otra historia.
Fuente : perrospitbull