La elección por el ejército del Pit Bull demostró ser profética, ya que un perro de la raza llamado Stubby, se convertiría en héroe de guerra. Un soldado de la armada le había encontrado como un cachorro vagabundo en el campus de la Universidad de Yale, creándose pronto entre los dos un fuerte vínculo. Unos meses más tarde el soldado recibió órdenes de partir hacia la guerra en Europa. No pudo despedirse de su amigo, así que se lo metió bajo el abrigo y juntos embarcaron hacia Francia. La 102 Infantería, y su nueva mascota Stubby, alcanzaron las trincheras del frente francés en febrero de 1918. Los primeros 30 días fueron un bombardeo continuo noche y día. Los soldados de la unidad estaban asombrados de la frialdad que Stubby demostraba en aquellas espeluznantes condiciones. Se sorprendieron aún más cuando cierto día se incorporó sobre si mismo para dejar la relativa seguridad de las trincheras y vagar sin rumbo en tierra de nadie. Impertérrito ante las explosiones de mortero y el fuego cruzado de ametralladoras, afrontó el peligro para localizar soldados americanos heridos. La primera vez que estuvo expuesto al gas mostaza se puso muy enfermo y fue llevado a un hospital de campaña. Después de esto adquirió gran sensibilidad al gas y ladraría agitadamente ante la presencia de éste en el aire. Varias veces salvó a toda su sección alertándoles de la presencia del gas en el aire. Durante su tiempo en Francia con la 102 Infantería Stubby realizó servicios como centinela nocturno, mensajero de inteligencia entre trincheras, y perro de búsqueda y rescate. Una gran acción heroica de Stubby fue cuando sin ayuda capturó a un espía alemán que estaba consiguiendo información en posiciones aliadas. Stubby le sacó de su escondrijo mordiéndole la culera del pantalón sin dejarle ir, para el deleite y disfrute de la sección. El comandante de la 102 estaba tan impresionado del valiente perro que le recomendó para el ascenso. La petición fue concedida y Stubby ascendió al rango de sargento. Hacia el final de la guerra el leal Pit Bull fue gravemente herido en un ataque alemán sobre la posición americana. El enemigo cargo las trincheras aliadas y una granada explotó cerca de Stubby. Los soldados de la 102 corrieron en su auxilio, parecía estar muerto después de la explosión, los hombres así lo creían, ya que había recibido un golpe directo con metralla alojada en su pecho y pierna derecha. Aunque sangrando y destrozado, él estaba todavía vivo y fue llevado al hospital de campaña. Como su situación fue declarada como crítica, fue llevado al hospital de campaña de la Cruz Roja Americana donde los doctores le practicaron cirugía de urgencia para salvar su vida. Una vez recuperado volvió al frente donde continuó sirviendo y protegiendo a los hombres de la 102.
Después de haber servido en 17 batallas durante la primera guerra mundial, Stubby volvió a los EEUU en abril de 1919, recibido como un héroe de guerra. El gobierno francés en reconocimiento de sus servicios le concedió 4 medallas por valentía, incluida la gran Medalla de Guerra de la República Francesa. El ejército de los EEUU también le concedió varias medallas, siendo la más prestigiosa El Corazón Púrpura, por haber sido herido en combate sirviendo por su país. Stubby conoció al presidente Wilson en la Casa Blanca y saludó al comandante en jefe, levantando su pezuña hasta su ojo. Stubby se convirtió en la mascota del equipo de football de la Universidad de Georgetown y empleó su tiempo en asistir a eventos benéficos y desfiles. Más tarde se estableció con su dueño en la ciudad de Littleton, Colorado, donde pasó los últimos años de su vida. Tras su muerte el Instituto Smithsonian colocó una placa en su honor al perro soldado más condecorado en la historia militar de los EEUU – distinción que todavía conserva